Día Mundial de los Animales de Granja: ¿Los animales experimentan emociones?
Cuando hablamos de derechos animales, es común escuchar como argumento en contra que estos “no tienen sentimientos” o que “no experimentan dolor”. Sin embargo, estas afirmaciones distan mucho de la realidad.
Según National Geographic, algunos de los estados emocionales de los animales pueden reconocerse fácilmente observando características físicas. La cara, los ojos y la forma de comportarse permiten aproximarse a una deducción certera de qué están sintiendo en determinados momentos, como un perro que mueve la cola.
Y es que existen emociones primarias que son trascendentales a las especies, pues nacen del sistema límbico e incluyen respuestas generalizadas, rápidas y actos reflejos. Una de las propuestas científicas existentes plantea que estas emociones básicas son controladas por circuitos neuronales presentes en todos los mamíferos, y probablemente todos los vertebrados. Estas son: curiosidad, juego, temor, ira, deseo sexual y angustia. Es decir, aunque no podríamos saber a ciencia cierta si las experimentan de la misma forma que los humanos, sí podemos afirmar que su cerebro está equipado con la maquinaria celular que les permitiría sentirlas.
En el caso del juego, por ejemplo, los estudios químicos apoyan la idea de que es placentero para los animales, y han demostrado que libera dopamina, un neurotransmisor asociado con la felicidad. Esto se ha comprobado estudiando ratas, las que muestran un aumento de la actividad dopaminérgica cuando anticipan la oportunidad del juego. Según lo declarado por Xavier Manteca para National Geographic, «Los animales experimentan estas emociones positivas cuando juegan, cuando exploran, cuando tienen una relación social agradable con otro animal, o con una persona, si es doméstico».
Otra de las emociones que tiene una explicación, en este caso evolutiva, es el miedo. Al igual que los humanos, cada especie ha desarrollado el miedo como una medida de protección innata ante ciertos estímulos que pueden significar peligro.
Variadas observaciones han demostrado también que algunos animales, como los chimpancés, entran en un proceso parecido al duelo al perder a un ser querido, llegando incluso a dejar de alimentarse y aislarse de su manada. En el caso de los elefantes, estos montan guardia frente a sus crías muertas.
«Si estos cambios son similares a los que experimenta una persona, suceden en el mismo contexto y los animales tienen la maquinaria neuronal necesaria para tener emociones, la conclusión más razonable es que con toda probabilidad, algunos animales pueden experimentar algo similar a lo que experimentamos los humanos en el duelo», afirmó Xavier Manteca.
Aún resulta difícil determinar qué emoción atraviesa la mente de los animales, incluso de nuestras mascotas. Por ahora, los científicos han desarrollado “escalas de muecas”, para ratones, conejos, ratas y caballos. Lamentablemente, se comprobó que, al sentir dolor, cada animal muestra determinados cambios físicos. Los conejos, por ejemplo, tensan los bigotes, entrecierran los ojos y echan las orejas hacia atrás.
Incluso, según el libro Pain Management in Veterinary Practice «Reptiles, anfibios y peces tienen la neuroanatomía necesaria para percibir el dolor».
Sin duda, cada vez contamos con más pruebas de la sintiencia de los animales, lo que va haciendo menos comprensible la experimentación, la tortura y la matanza que aún ejercemos como especie hacia aquellos que no tienen forma de defendense.