Cuando elegir qué comer se vuelve un privilegio
Pandemia, cuarentena y desempleo terminan en un solo concepto: hambre. Los sectores vulnerables no han tenido otra opción más que organizarse. Si no fuera por la iniciativa de Iris Riquelme, hoy 240 personas en la comuna de Colina, no podrían lograr algo tan básico como alimentarse.
Solo en la región Metropolitana se realizaban cerca de 223 cocinas colectivas en el mes de junio, producto de las consecuencias del Covid-19. Ya estando en diciembre se podría pensar que lo peor ya pasó, pero las ollas comunes siguen siendo el pilar para muchas familias en Chile.
Pero las ollas comunes no se inventaron este año por culpa del coronavirus. Durante la dictadura, la única opción que encontraron vecinos de todo Chile para sobrevivir a las dificultades laborales y económicas fue la olla común. Después de 30 años, las ollas solidarias, los comedores y huertos comunitarios volvieron con una misión intacta: resistir al hambre.
El impacto económico que ha dejado la propagación del virus provocó un aumento del 40% en el número de personas que necesitan ayuda humanitaria, según Naciones Unidas. A la lamentable cifra, se suman las declaraciones de David Beasley, director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos: «2021 va a ser literalmente catastrófico en base a lo que estamos viendo en esta etapa del juego».
El panorama se vuelve aún más desolador, Beasley también agregó que en una docena de países, la hambruna está «llamando a la puerta», según consignó Reuters. Y según cálculos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) , unos 207 millones de personas podrían sumarse a la población que vive por debajo de la línea de pobreza como consecuencia del COVID-19. Y en 2030, esa cantidad llegaría a mil millones.
Como los sectores populares no pueden seguir esperando a que lleguen las ayudas estatales para poder comer, se organizan para sobrevivir. Iris cuenta los días. Quedan menos de dos semanas para navidad y necesita juntar el dinero suficiente para entregar una cena navideña a sus vecinos.
¿Quién es Iris?
Una mujer que viendo la situación que estaba pasando el país, decidió ofrecer un almuerzo único y ver si algún vecino de la población Van Der Rest de Colina llegaba por él. Porotos fue el menú seleccionado. Iris se sorprendió: varios fueron los que acudieron para alimentarse.
Entre todas las personas que llegaron, hubo un grupo que destacó: adultos mayores. Verlos a ellos fue dramático. No podía creer que, en esa etapa de la vida, tuvieran que estar dependiendo de alguien para comer. No hubo tiempo para lamentaciones. Desde ese día Iris se dio cuenta que no podía ser una opción no continuar entregando almuerzos.
Han pasado siete meses desde aquel día. No ha sido nada fácil. Iris se encuentra con licencia medica luego de un accidente y desde su hogar debe gestionarlo todo. Logró conseguir una sede vecinal que funciona como la cocina oficial de la olla solidaria de Colina. Ahora cuenta con la ayuda de 12 personas que realizan el trabajo en terreno.
Como nos relata a Todos Decidimos, conseguir los fondos para llenar la olla se vuelve más complicado. Iris cuenta los alimentos y calcula que puede continuar por dos semanas más con lo que tiene almacenado, pero hay algo que la tiene aún más preocupada: la cena de navidad.
A las 240 personas a las que le proporciona almuerzos día por medio, se le sumó otro grupo de 500 personas en la región de Los Lagos, quienes le pidieron ayuda. Como se acerca navidad, Iris pretende entregar cajas de alimentos para todos ellos, pero para lograrlo necesita 12 millones de pesos.
Hasta la fecha, Iris solo lleva juntado un millón de pesos, monto muy menor para cumplir con todas las cajas.
“Si no alcanzamos a juntar el dinero, vamos a tener que cambiar el plan. Haremos un almuerzo lo más simple que se pueda”, lamenta Iris.
Un futuro más justo
A pesar de las cifras rojas, el PNUD considera que si se hiciera una serie de inversiones enfocadas al cumplimiento de los objetivos de Desarrollo Sostenible, orientadas en programas de protección y bienestar social, se podría evitar las proyecciones negativas y 146 millones de personas saldrían de la pobreza extrema.
“Tenemos la oportunidad de invertir en una década de acción que no sólo ayude a las personas a recuperarse del COVID-19, sino que restablezca el camino al desarrollo de la gente y del planeta hacia un futuro más justo, resiliente y sostenible”, afirmó el administrador del PNUD, Achim Steiner.
En Colina, Iris debe tomar una decisión: “Después del 24 de diciembre, tendremos que ver si están los recursos para continuar o si tengo que seleccionar a quién le doy comida y a quién no, así de dramático”, concluye.