(Opinión) Ser abuelos: Cuando al final de la vida te espera lo mejor
Por Ricardo Farías, Director Ejecutivo ONG Todos Decidimos
Nunca imaginé que lo mejor de la vida me esperaba justamente cuando pensaba que ya había cumplido todo lo planificado.
Siempre te dicen que la mejor parte de la vida es cuando tienes la salud y la fuerza de la juventud como herramientas para lograr tus objetivos. Consideraba que esa gran etapa era entre los 20 y 30 años, en la cual encuentras aquello que te gusta tanto como para dedicarle el resto de tu vida, y en la cual, además, esperas encontrar a la pareja que te acompañará en las buenas y en las malas. Esa etapa de la vida donde no hay límites para la imaginación y estas lleno de desafíos.
En mi caso, la prioridad fue lograr ser profesional. El destino me regaló a corta edad al gran amor de mi vida, quien me acompañó durante largos años y con quien tuve la suerte de formar una linda familia, recibiendo tres regalos del universo, tres bellas hijas.
En lo profesional, me fue mucho mejor de lo planificado, incluso dividí en dos mi vida laboral: Los primeros 20 años de empleado y los segundos 20 años de empleador. En ambas etapas aprendí mucho, tuve excelentes jefaturas y extraordinarios equipos de trabajo.
En lo material logré gran parte de lo deseado.
En lo familiar, disfruté a mis hijas lo que más pude. Ser padre es maravilloso, pero te queda poco tiempo para dedicárselos a tus hijos, ya que ser el proveedor te quita la mayor parte.
También en mi camino siempre me acompañaron muchos coludos (perros), cada uno de los cuales está en mi corazón como un hijo más, de la más variada gama, normalmente recogidos de la calle. Es increíble el amor puro que te dan, la experiencia de compartir con mascotas es lo que junto a mis hijas y señora era lo que más feliz me hacía, todo el logro económico era para tener tranquilidad y bienestar, pero lo más bello era disfrutar a cada integrante de la familia.
Llega el momento en que tus padres se van de este plano y después tus hijas se comienzan a independizar. Eso que al principio crees que nunca llegará, llega. Entonces viene el duelo y la comprensión de que tu felicidad es que ellas estén felices, pero claramente quedas herido. Esas pequeñitas que te esperaban cuando llegabas de la oficina, que te abrazaban, que solo querían jugar contigo y cuando te atrasabas te llamaban solo para preguntar a qué hora llegarías, ahora ya no están a tu lado, ahora en sus vidas hay otras prioridades, igual que cuando tú te fuiste de tu casa y tus padres te fueron de a poco viendo cada vez menos.
Y así es como de un día para otro tu hija te dice: “Papá estoy embarazada”, te pones feliz por ella, por estar formando una nueva familia, pero lo que no imaginas que ese pequeño que llegará será el nuevo sentido de tu vida, será el regalo más maravilloso que puedes recibir. Ese nieto o nieta llega a ser parte de tu vida ahora que tienes más experiencia, cuando sabes qué es lo más importante y cómo distribuir tu tiempo en lo que te hace más feliz. Además, ya no eres responsable de ser el proveedor principal.
Cuando llega a tus manos un ser de luz en un pequeño y frágil cuerpecito, que te mira y de apoco te sonríe y sabes que de ahí para adelante se acabó todo, solo vives para él. Es como un refresh a tu disco duro, como una nueva y poderosa aplicación espiritual, emocional y física que controla y llena tu vida. Tus hijas crecieron y se alejaron, pero ahora te comparten lo más valioso de sus vidas, lo que llena la de ellas también llena la tuya. La suma de la felicidad de ellas y la mía es el máximo gozo que he sentido a mis 63 años y ya no quiero irme, ahora quiero acompañarlos, aconsejarlos, traspasarles mis aciertos y fracasos, acompañarlos en sus aciertos y fracasos.
Cuando pasé a mis sesenta y tantos años pensé que el final de la vida estaba llegando y agradecía que había logrado todo, nunca imaginé que me faltaba por recibir lo más grande, tres regalos de luz, donde lo que tenías ya apagándose, como las ganas de jugar, de correr, de cantar, de reír, de mirar la luna, el cielo, las estrellas, el sol, las aves, el arcoíris y todos los presentes que te da gratis la vida, que están ahí y dejas de verlos y valorarlos. Todo se volvió a encender, pero con mucha más fuerza y luminosidad que antes. La vida con los nietos te enseña a recargar la batería espiritual y a disfrutar los momentos más felices de tu existencia.
Deseo de corazón que todos los seres humanos disfruten a sus seres queridos, que se den la oportunidad de vivir plenamente la felicidad que está dentro de cada alma y no afuera en lo material. Que todos logren disfrutar de la misma manera.